domingo, 22 de noviembre de 2009

LOS CUENTOS DE MARCELO

LOS CUENTOS DE MARCELO, es un libro de poco volumen, pero con cuatro cuentos que tienen estos titulos: LA RIQUEZA DEL NIÑO POBRE, MIQUI, EL FLAUTISTA DEL PARQUE, Y UNA PARABOLA PARA HEIDI.

OTRO LIBRO DEL SELLO: COLECCION Q-KO

LA RIQUEZA DEL NIÑO POBRE narra la historia de un niño pobre enriquecido en sueños e imaginaciones de como sería cuando fuere grande. Nunca se entristeció por su hambre, desnudéz y escasés; pues, por cuanto sabía lo que queria se sintió dueño de un futuro mejor.

MIQUI narra la historia de un pequeño de 9 años que vivía con su abuela en el bosque. Este tenía un burrito, una resortera roja y un machete; y esa era su herramienta para dominar el bosque a todo su ancho y a todo su largo; pero, no a toda su altura..., eso lo hizo encontrar a Dios.

EL FLAUTISTA DEL PARQUE trata de un hombre que nunca abandonó sus sueños de regresar a la orquesta para tocar la flauta. Se encontró una flauta y comenzó a tocarla, mas no pudo regresar a la orquesta, pero olvidó que quería regesar.

UNA PARABOLA PARA HEIDI trata de reorientar a la juventud y a luchar por los valores, haciendoles observar el cumplimiento del deber para la constitucion de una sociedad mejor.



A CONTINUACION UN FRACMENTO DE CADA UNO DE ESTOS CUENTOS:

LA RIQUEZA DEL NIÑO POBRE


Cuando llovía, las gotitas de agua descendían a través del techo de yaguas de la vieja casa donde vivía el pobre niño Luis. Una de ellas bajaba hasta el centro de una salten sin mango en la que su madre solía freír los huevos para el desayuno.

Otra gotita llenaba un vaso de cristal colocado en el piso de tierra allí en la sala cerca de la puerta que daba al aposento. Sobre la cama principal, donde dormía la madre, una ancha y vieja ponchera de aluminio recibía dos goterones que se precipitaban soberanamente, una tras otra. Y la caída de la una era grotesca como si se trataba de sacar el depósito de la otra.

Durante la lluvia, doña Colasíta supervisaba todos los lugares de la vivienda para asegurarse de que todas las gotas cayeran en su envase.

Para la madre, las tardes de mayo eran tardes tristes porque las aguas deterioraban el techo de aquella casa donde crecían sus cuatro niños.-


EL FLAUTISTA DEL PARQUE


Capitulo I

En medio de ruidos de carros y chirridos de maquinarias de industrias, se distinguían los cantos agudos de las aves urbanas, que encajaban sus nidos en los huecos del concreto de las ruinas, o en los orificios de las vallas de neón que no encendían.

El calor vespertino acentuaba una larga tarde tropical. El pavimento de las calles, a lo lejos, se veía como espejo de agua en el que nadie se mira, y se levantaba el vapor como si se derritiera el negro hormigón.

Los ancianos de las calles cercanas se refugiaban en el parquecito del pueblo emulando sus historias por turno, mientras desenrollaban los recuerdos de docenas de años cumplidos.

Allí también se congregaban ociosos deambulantes que esperaban que la vida los hiciese agraciados de la suerte.

Débiles vientos balanceaban levemente las ramas de los gruesos y viejos laureles que han cobijado escenas dramáticas de amor y de desamor.

Las calzadas del parque se dirigían todas hacia el centro en una marcha lenta como para llegar mas tarde; pues sus curvas, todas iguales, iniciaban en los márgenes externos y descansaban en el lugar del centro donde tocaba la banda los domingos por la tarde.

Debajo del manto fresco de la arboleda, unos bancos de hierro forjados, como para tres o cuatro, acusaban la ocupación de miles de personas que asentaban sobre ellos todo el peso de sus vidas.

Entre vuelo de palomas y lluvias lentas de hojas secas, sin aparente lugar de procedencia, un sonido sutil y melancólico, como en tono menor en un aire larguetto, se extendía hasta los oídos de los sujetos que poblaban aquel parque.-





M I Q U I

La elástica atmósfera transmitía el cántico estridente de las especies que habitaban en el espeso y resplandeciente bosque.

El verdor de la flora se alimentaba de los candentes rayos solares de la primavera tropical.

Toda esta envoltura de elementos naturales cubría la humilde vivienda de Miqui, un niño apuesto, seguro, diligente y fugaz. Cuerpo fornido, cabellos crespos y escasos; grandes ojos chocolate con leche, de aspectos sorprendidos.-



UNA PARABOLA PARA HEIDI


Desde el balcón de mi casa se veía los cocoteros que encaminaban la mirada hasta la arboleda de las amapolas que cubrían las montañas. Y no eran los cocoteros la atracción por la que la gente subía al quinto piso, a la vivienda de Esteban; era pues, que en la fase frontal de las montañas que limitan los horizontes, al sur de la ciudad, una extensión de amapolas esperaba la primavera para vestir de rojo claro las montañas sureñas de ciudad Fantíno.

Algunos de los visitantes subían con su cámara fotográfica para fijar las imágenes por ser tal vez la única oportunidad de contemplar el panorama.

Pero allí abajo, el pie de las montañas, los lugareños tenían su mito sobre las amapolas. Creían que si las doncellas, al caminar a la sombra de estos árboles, pisaban las flores caídas, les venía la maldición de no casarse jamás.

Este mito no subía al quinto piso de esteban; pues, así como no interesaba a los rurales la razón por la que subían los urbanos, tampoco interesaba a los urbanos los mitos de los rurales.

Entre los visitantes de Esteban se encontraba una adolescente de muy poco hablar, de tez rosada, cabellos dorados como por la luz del sol. En sus labios había una sonrisa esculpida que no se borraba nunca. Sus grandes ojos negros eran tan expresivos que hablaban más que sus propios labios.

Pero…, así como ella, podríamos describir a varias muchachas de nombres extraños; más, no era de cualquier persona esta descripción, era de Heidi Rosales, quien había venido a casa de Esteban, no tan solo para observar las amapolas, sino por su amistad con la familia anfitriona.

Aunque muy reservada, la adolescente comentaba a la familia sobre sus sueños de vivir en las montañas por algún tiempo para proteger los bosques y compenetrarse con la flora y la fauna campestre. Esteban, un hombre de abundantes ideas, y que él siempre ilustraba para darse a entender mejor, dijo a Heidi: -Oye bien, muchacha, te contaré una historia, presta atención.

ESTA ES LA PARÁBOLA QUE ESTEBAN CONTÓ A HEIDI

Un señor, de años contados, de sabiduría probada; tolerante, pero justiciero; amigo de todos y benefactor de los necesitados llamó a una persona muy pobre, y le dijo. –Ven, te pondré sobre parte de esta hacienda para que la administres. Recolecta las frutas, alimenta a mis animales, y recoge las flores- Además, dijo el hacendado: -por esta hacienda cruza un rio, puedes disfrutar de sus aguas que son cristalinas y buenas para beber. También de sus peces puedes comer así como de sus frutas y de sus animales. Con las flores del jardín puedes adornar las reuniones...

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